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ENTREVISTA A SERGIO BRANDAO

ENTREVISTA A SERGIO BRANDAO 1) ¿Cuándo nació la Hermandad Doncel? ¿Qué motivos inspiraron su fundación?

La Hermandad Doncel se constituyó el día 26 de abril de 1997, mediante una asamblea fundacional celebrada en Madrid por todos aquellos antiguos miembros de la OJE (sobre todo de Madrid, por razones obvias) que quisieron libremente asistir. Está inscrita en el Registro de Asociaciones del Ministerio del Interior, como asociación de ámbito nacional, con el nº 162.490.

Los motivos inspiradores de la Hermandad Doncel están reflejados en el artículo 2º de sus Estatutos (Fines, motivos y fundamentos). Pero su fundamento último es la convicción –la sospecha– de que un grupo humano tan concreto y rico en especificidades como potencialmente son los hombres y mujeres que han pasado por la Organización Juvenil Española a lo largo de tantos años podría, y debería, llegar a tener, en su momento, expresión propia en el contexto de la sociedad española.
Es difícil en este momento predecir hasta dónde puede llegarse: tal vez a mucho o tal vez a nada, pero eso sólo lo sabremos después de probar. Con todo, el objetivo principal en este momento es convocar, servir de lugar de reencuentro y reunir a cuantos más mejor. Y no sólo a antiguos miembros de la OJE –aunque sea objetivo preferente en un primer momento– sino también a gente afín aunque no haya pasado por sus filas.

La proyección colectiva y organizada de la conciencia en que fuimos educados en la Organización Juvenil Española –la cosmovisión de la que el tradicionalmente llamado “estilo” es su más palpable, e idealizada, expresión ética y existencial-– tendría, además, el efecto personal, en cada uno de nosotros, de completar un ciclo vital al conferir fecundidad iniciática a aquella etapa infantil y juvenil de nuestras vidas en la que fuimos asimilando y sedimentando dicho “estilo” por un fenómeno de ósmosis cotidiana. Una etapa que de otro modo no pasaría de ser un mero recuerdo de juventud (además de una amenaza para la paciencia de nuestros inminentes nietos).

2) ¿Qué actividades desarrolla habitualmente la asociación?

Para el objetivo estratégico de reencuentro a que me he referido anteriormente, la fórmula de trabajo más efectiva es la actividad de contenido sobre todo recreativo-cultural. La amistad nace del roce, e incluso el restablecimiento de viejas amistades que se han enfriado exige vencer una cierta resistencia de la pereza. A ello dedicamos buena parte de nuestro tiempo y esfuerzo con un relativo acierto, hay que decirlo, pues las salidas culturales que se organizan suelen salir bien y con excelente ambiente, y eso por no hablar de la actividad cumbre, dado el elevado grado de aceptación que parece tener: me refiero al llamado “Belén Montañero”, que solemos celebrar en el puerto de Navacerrada, de Madrid, cercana la Nochebuena.
No obstante, figuran en los Estatutos y, por consiguiente en el diseño de la Hermandad Doncel, otros segmentos importantes de actividad que parecen necesitar más masa crítica asociativamente hablando, más dedicación personal también y tal vez algo más de convencimiento, por no hablar de tiempo personal. Me refiero a la cooperación personal y profesional entre los miembros, un ámbito que es preciso “inventar” desde el principio y proceder a múltiples experimentos hasta acertar con las fórmulas que nos permitan ayudarnos y cooperar entre nosotros de forma eficiente y eficaz.
Y me refiero también a la labor de observación, reflexión e interpretación de la realidad que vivimos en nuestro tiempo (que aprovecho a recordar que no tiene nada que ver con el tiempo de José Antonio Primo de Rivera, personaje por el que la mayoría de los miembros de la Hermandad Doncel tiene una especial estima, en la medida en que su pensamiento y su modo de producirse son la fuente y referencia más genuinas de lo que llamamos “estilo”, pero que, precisamente por eso, es urgente actualizar el discurso que de dicho estilo se derive hoy). Una labor de reflexión sobre el presente que deberá incluir también nuestro propio e íntimo modo de ser por cuanto “la revolución bien entendida es la que empieza por uno mismo”.

La convivencia y contacto con otros grupos y organizaciones afines, en la búsqueda de una articulación y sinergia de esfuerzos, es, junto con lo anterior, el cuarto fundamento de la actividad de la Hermandad Doncel.

3) ¿Qué vínculos mantenéis con la actual estructura de la Organización Juvenil Española?

Un capítulo especialmente importante en el ámbito de la cooperación con otros grupos afines, según acabo de señalar, tiene que ser la actual OJE. Pero sólo en la medida en que ella lo desee y lo necesite: según lo dicho ya, no tenemos ninguna vocación de abuelo Cebolleta. Ni necesidad tampoco. Pero si la OJE desea contar con nosotros en sus proyectos o necesita nuestra ayuda, obviamente responderemos a su llamada, ya que eso es, de algún modo, la “salida natural” y la salida más inmediata a la vocación de proyección de la Hermandad Doncel.
Como quiera que no somos en rigor una “asociación de antiguos miembros de la OJE”, ni la OJE ha intervenido en la fundación de la Hermandad Doncel, no existen vínculos institucionales entre ambas. Existen, sí, buenas relaciones personales en todos los niveles y lugares, y hasta cooperación nuestra, a título experimental, con un hogar de la OJE de Madrid que ha solicitado nuestro apoyo.
Sin duda, la sinergia entre la OJE y HD puede fortalecerse, y si no hemos insistido más en ello por el momento ello se debe –hay que decirlo–a lo difícil que es construir un colectivo organizado en un clima social extremadamente aquejado de individualismo y que hace que aún no tengamos suficiente capital que ofrecer.

4) ¿Qué papel jugó la OJE en la formación de una o varias generaciones de jóvenes españoles?

El papel que desempeñó la OJE en la formación de los jóvenes de los años sesenta y setenta puede decirse que es algo tan paradójico como el mismo régimen que la amparaba.

La OJE, fundada en 1960 y –no se olvide– institución del régimen, nació en el momento en que la vida de los españoles estaba empezando a cambiar: comenzaba el “desarrollo español”, la entrada definitiva y espectacular de España en el siglo XX de la mano del industrialismo y la clase media. Aquellas décadas fueron testigo de una generación de españoles que por primera vez en la historia empezaba a “catar” un poco de riqueza, a poder comprar su primer coche y su primera lavadora.
Y, así, empezaba a cambiar no sólo la faz de España, sino también su pensamiento. La “familia” falangista del régimen, que en las horas más amargas de la posguerra había servido para mantener elevada la moral mediante un discurso ardientemente patriótico y movilizador, la autora de la dimensión social del régimen y la más convencida depositaria de los “ideales del Dieciocho de Julio”, sin llegar a desaparecer (ya que fue precisamente a su sombra como se creó la OJE), empezó a ser gradualmente sustituida de los resortes más directos del poder por la emergente “familia” tecnocrática, muy ligada a la organización religiosa Opus Dei, y que lideraría el recién inaugurado desarrollo económico aportando un nuevo discurso: el racionalismo capitalista y empresarial. Un discurso que la Falange no estaba preparada para dar, pues su forja había sido, se quisiera o no, la guerra, el colectivismo fascista de los cuarenta y el populismo social; notas, por cierto, que tocó muy bien, mientras hubo de hacerlo. Pero llegaba la hora en que el arquetipo heroico se disolvía para dar paso al “homo oeconomicus”. Esa era la paradoja del régimen, una paradoja que lo devoraría junto con sus valedores más fieles.

En este contexto, psicológicamente muy complicado, la OJE fue el resultado de una meditada operación de ajuste ideológico a los tiempos que llegaban, sabiamente anticipados por Jesús López Cancio y sus colaboradores. La OJE dejaba de ser, como lo habían sido las “Falanges Juveniles de Franco” y, más concretamente, el “Frente de Juventudes”, el instrumento de movilización, jerarquización y aculturación ideológica de las masas juveniles, función propia de las organizaciones de un Estado (como mínimo) fascistizado.
La OJE ya no tenía como objeto proveer a sus miembros una determinada, acabada y entusiásticamente aceptada “lectura (valorativa) de la realidad”, sino ser instrumento de formación del carácter de sus afiliados a partir de los principios tradicionales de la educación y con especial referencia al “espíritu del dieciocho de julio” y al “mensaje joseantoniano”. Se buscaba formar, ya no militantes de partido único, sino hombres, nuevos españoles para un nuevo tiempo, pero españoles.

Esta aguda previsión, anticipada con tiempo y lograda en muy buena medida, permitió que la OJE fuese una organización con una muy razonable capacidad de arraigo social, dadas las circunstancias de cambio mental y material del país, y pese a que, a veces, se percibía también un cierto vacío, promovido por según qué grupos o sectores sociales y, en ocasiones, sorprendentemente, por algunas instancias del sistema político mismo.

A pesar de los conflictos internos derivados del choque entre la nueva filosofía de la organización juvenil del régimen y las pervivencias de la anterior mentalidad, que pugnaban por conservar una identidad, lo cierto es que, aquellos jóvenes, en especial los de las décadas de los sesenta y setenta, constituimos entonces y constituimos hoy el resultado afortunado de aquel inteligente cambio, en el que se logró conservar la esencia fundamental, el mensaje (existencial) joseantoniano. Un motivo más para no desperdiciar esa herencia.

5) ¿Cómo analizas la actual situación de la juventud española?

La juventud hoy ya no es un protagonista autónomo de la historia. Tal vez no lo ha sido nunca; tal vez la coartada de “lo joven” no haya sido más que un mito prometeico para la ruptura revolucionaria con que el siglo XX ha intentado imponer el más arrasador descreimiento, el más vulgar materialismo y, por ende, el nihilismo más deprimente, verdadero azote de Occidente.

El crecimiento económico y el progreso constante de la filosofía del Estado del Bienestar, los dos ejes de evolución de las sociedades occidentales, han deparado una moral colectiva de consumidor exigente, no sólo de bienes y servicios, sino también de derechos y “libertades”. Y nos encontramos con que Fukuyama tiene razón: Occidente ha llegado al fin de la historia, al fin del camino. Ya no hay más camino que recorrer, ni esfuerzo que hacer. Ahora ya sólo tenemos que detenernos a disfrutar sin fin de bienes, seguridades y derechos.

Y, a la postre, el Progreso, resulta que no era más que eso. Y “eso” ya va quedando claro que no trae la felicidad. No hay ya camino que recorrer, y no parece haber salida hacia delante, ni tampoco ambición, ni ilusión, ni utopías. Todo eso se nos ha agostado, todo eso se le ha escamoteado a la juventud... Ni siquiera les queda una utopía a la que dirigir sus sueños.

Hay, parece, una sensación generalizada de frustración, de fracaso, a escala histórica y civilizacional. Y es posible que la juventud detecte esa atmósfera con peculiar intensidad y exprese de forma más radical su desesperanza y su decepción, por lo que tratará, con alguna precipitación e inexperiencia, de encontrar ideales con que sustituir los que no encuentra en su entorno cultural y social.

Y si las generaciones más jóvenes pierden la poca fe que pueda quedarles en el espíritu de su propio mundo, del mundo al que pertenecen, un mundo que tiene su propia fórmula de vida, podemos despedirnos de Occidente: será una cuestión de (poco) tiempo.

6) Los ideales iniciales de la OJE, nacen de una determinada concepción política. ¿Qué elementos de la misma perviven en la Hermandad Doncel y la OJE actual?

No puedo contestar por la OJE de hoy, pues no sólo no soy su representante, sino que, además, no la conozco en profundidad. Sé que ha cambiado mucho desde que yo pertenecí a ella y que en determinados ámbitos de la misma, algunos quieren incluso hacer ver que “aquello” nada tiene que ver con lo que hoy es la OJE. De todos modos, no creo que sea ésta la postura oficial de la OJE.

Si en el caso de la OJE puede discutirse sobre la pervivencia de tales elementos, en lo que hace a la Hermandad Doncel, ésta nació con el propósito deliberado de conservar y, en lo posible, desarrollar y ensanchar esos elementos.

Como creo haber explicado ya, el componente fundamental es para nosotros la idea del estilo, un estilo antiguo y eterno, que la OJE, un eslabón más de la cadena de la Tradición profunda y auténtica, nos transmitió.

Un estilo, según lo ya dicho, entendido como expresión existencial de una cosmovisión, como un modo, por consiguiente, de valorar y obrar, un modo de ser con carácter español, como señalaba Somerset Maugham.

Y tal cosmovisión siempre nos ha parecido necesariamente previa a una concepción política, la cual deberá brotar de aquella como un dato más de su despliegue total.

7) ¿Hasta qué punto puede entender un joven de nuestros días el significado de la Promesa?

Tal vez pueda encadenarse esta pregunta con la nº 5.

8) Por último, ¿crees que hay esperanza de futuro para España y sus juventudes?

¿Por qué no? La esperanza es lo último que se pierde porque la esperanza es inevitable, ya que forma parte del instinto de conservación y del deseo de vivir. Mientras España quiera vivir, España vivirá, y sus juventudes también.

Es importante, sin embargo, ser consciente del momento que se vive. Y el nuestro es de decadencia. No ya España, sino todo Occidente vive su hora de decadencia. Ahora ya sí: durante todo el siglo XX se ha hablado de la Decadencia de Occidente sin que fuese del todo verdad, o sin que hubiese llegado del todo. Pero ahora ya ha llegado, aunque sólo sea por contraposición con otro mundo, el musulmán, pletórico de energía, de fe religiosa y en sí mismos y pletórico de seres humanos, en cuyos rostros se lee voluntad y decisión, fanáticos si se quiere, pero voluntad y decisión: convicción.

La esperanza o, si se prefiere, la posibilidad de Occidente de no ser arrollado por esta invasión, si no de los bárbaros, sí de los sarracenos, es recuperar lo mejor del verdadero espíritu cristiano y occidental que nos permita vadear la invasión. Es decir retrotraernos hasta el punto de inflexión en que dio comienzo el exceso prometeico de Occidente, la soberbia de la razón, la divinización de lo material, de lo inferior y de lo zafio, y, a partir de ahí construir la nueva opción espiritual de Occidente, donde España, junto con las otras cuatro naciones históricas europeas, como dice Luis Suárez, puede –si quiere– tener mucho que decir.

No sé si los protagonistas de entonces serán los jóvenes o no. No tiene por qué ser así necesariamente. Tal vez sea ya, de nuevo, la ocasión de la voz sabia de los ancianos, de la Tradición.
Sergio Brandao es dirigente de la Hermandad Doncel

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