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MIENTRAS EL PSOE ATACA, EL PP SE FROTA LAS MANOS

MIENTRAS EL PSOE ATACA, EL PP SE FROTA LAS MANOS En esta andanada contra los valores cristianos a la que tan irresponsablemente se ha lanzado el PSOE con algunas de sus propuestas legislativas (irresponsablemente en cuanto a las nefastas consecuencias sociales que tales propuestas traerán, pero absolutamente coherentes con sus postulados y, dígase lo que se diga, con el programa electoral socialista), y ante la reacción de sectores católicos que hasta hace muy poco no consideraban que había que movilizarse por nada, porque España con Aznar «iba muy bien», el PP sonríe, se frota las manos y, para ser justos, hasta debiera darle las gracias al bambino Zetapé. Con su obstinada actitud de frivolizar legislativamente con cosas demasiado serias, los socialistas han conseguido que en sólo unos meses los populares repesquen el afecto perdido de una parte importante de votantes católicos que se encontraban cada vez más separados de una política centrorreformista que, en lo moral, se diferenciaba muy poco de la que venía realizando el PSOE antes de que los muchachos de la gaviota aterrizaran en el poder. El atentado del 11-M y su manipulación por parte de la siempre sectaria izquierda española, junto a las torpes maniobras legislativas anticatólicas han hecho que el votante católico más comprometido, cuyo voto ha sido despreciado e ignorado por el partido popular durante los últimos años de su mandato, comience de nuevo a ver al PP como el anhelado mal menor: Virgencita, Virgencita que me quede como estoy.

Dicen los voceros socialistas que no existe una persecución contra la Iglesia, y estoy muy de acuerdo con ellos; al menos, si por Iglesia entendemos los elementos personales y materiales que la componen, y por persecución, las incendiarias y criminales maneras de la Segunda República española, hoy tan bendecida. Los españolitos que tenemos la suerte de vivir en Andalucía, difícilmente podríamos concluir, sin faltar a la verdad, que los socialistas están enfrentados con la Iglesia, porque desde hace mucho tiempo estamos acostumbrados a que nuestros queridos mandamases socialistas vayan a la cabecera de todas las celebraciones religiosas católicas más populosas. Contra lo que verdaderamente van destinados sus ataques es contra los fundamentos cristianos de la sociedad española; pero en esto, no se diferencian mucho del camino que ya iniciaron sus antecesores en el Gobierno de (con perdón) España, aunque, como somos un pueblo de memoria frágil, todo se olvidará y, si me apuran, habrá alguno que ya se esté planteando la posibilidad de beatificar en vida a Aznar.

Como católico de a pie que trata de ser coherente con las exigencias de su fe, da cierta pena comprobar cómo muchos católicos que hasta ahora se lo tragaban todo sin necesidad de bicarbonato, sólo han despertado de su letargo cuando se han sentido espoleados por las alarmas de la jerarquía eclesiástica, y cómo ésta sólo ha iniciado sus mecanismos sociales de defensa cuando se ha sentido atacada por asuntos como el de la financiación de la Iglesia, la minusvaloración de la asignatura de religión, la calificación de matrimonio a la unión de personas del mismo sexo, y por el ruido formado por la exhibición de una película proeutanásica. Y la verdad es que la cosa es para saltar, pero puestos a valorar gravedades en las ofensas, no se explica cómo la exterminación en el silencio de más de 70.000 criaturas cada año bajo el mandato de un Gobierno con mayoría absoluta del PP, no mereció ningún brinco ni aliento a movilizaciones por parte de conferencia alguna. Sólo los grupos Pro-Vida, y algunas iniciativas minoritarias de católicos comprometidos que han ido surgiendo en estos últimos años, junto a algunos pequeños grupos y partidos (todos ellos muy ignorados e incluso muy mal vistos por gran parte de esa jerarquía, y no digamos, por los gerifaltes católicos más representativos del partido popular) han sido capaces de mantener la denuncia encendida contra la terrible política genocida, antes del PSOE y después del PP.

El aumento de la precariedad en el empleo y de los contratos basura, el precio disparatado de la vivienda, la extensión de las bolsas de pobreza, el aumento del consumo de droga entre la juventud, el incremento de la política antinatalista, la aprobación de la píldora abortiva, el inicio de la experimentación con embriones humanos, la subvención pública a películas como «Mar adentro» (que aunque fuese estrenada en los primeros días del Gobierno de ZP, fue obviamente rodada durante el Gobierno de Aznar), la proliferación de programas basura tanto en las televisiones públicas como privadas, la equiparación de las uniones de personas del mismo sexo con el matrimonio (que si bien es cierto que el PP no las hubiera aprobado con ese nombre, al otorgarles los mismos derechos, venían a ser lo mismo, y sería cuestión de uno o dos años su total homologación), o el hecho de meternos en una guerra tan torpemente planteada como injusta para conseguir las palmaditas en la chepa del primo de Zumosol (sí, ya sé que la demagogia progresista es insoportable, y sus manifestaciones contra la guerra, un grosero ejercicio de manipulación, pero eso no legitima nuestra participación en ella) y, en una palabra: la descristianización progresiva de la sociedad española durante los años del gobierno de Aznar, no pareció movilizar los ánimos de ningún conferenciante.

Si para quienes creemos en una concepción cristiana de la sociedad y de la familia, y en el derecho a sentirnos orgullosos de ser españoles sin complejos, la única esperanza que nos queda consiste en que regresen al poder los ahora anaranjados chicos del PP, lo llevamos claro. Será cosa de ir pensando en hacernos andorranos, andosapos o andoloquesea... Pero que no nos engañen más, ni nos asusten de nuevo con que viene el lobo socialista, porque muy poco tiene que reprocharle a ningún lobo, aquel que gozando de una mayoría absoluta en su Gobierno, no sólo no ha tenido ni un gesto para frenar la sangría de los inocentes, sino que ha multiplicado, durante la mayoría absoluta de su mandato, el número de seres humanos exterminados. Es más, no sé quién es más lobo: si el que viene con cara de feroz, aullando y anunciando a las claras sus gastronómicas intenciones, o ese otro de aspecto elegante, moreno de rayos uva, que se sienta a la vera de la pobre abuela, y comienza a zampársela muy exquisitamente y disculpándose tras cada bocadito. Que le cuenten a la vieja eso del voto útil y del mal menor, que lo mismo la cogen en un día tonto, y cuela.

Miguel Ángel Loma es abogado

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