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DEL CAPIROTE AL TURBANTE (Antonio Brea)

DEL CAPIROTE AL TURBANTE (Antonio Brea) DEL CAPIROTE AL TURBANTE

No deja de ser incongruente que en un país en el que la mayor parte de sus personajes públicos hace profesión de un agnosticismo militante, y en el que la Religión es un valor en baja, las procesiones de Semana Santa sean un fenómeno de masas. Y esto, precisamente en las regiones en las que triunfan de un modo más aplastante las opciones políticas de signo abiertamente antirreligioso, aquellas que pretenden desterrar la Religión de las escuelas, a fin de evitar sus efectos, supuestamente nocivos, sobre las generaciones más jóvenes.
Porque, a fin de cuentas, ¿qué es la Semana Semana? Una fiesta popular, desde luego. Un período vacacional, también. Pero ante todo, la época del año en la que los católicos –teóricamente la gran mayoría de los españoles- rememoran el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Dios hecho Hombre. Claro que esta remembranza sólo incumbe a una porción muy minoritaria de esos mismos católicos. Para los demás, la Semana Santa es una extensión del Carnaval, puesto que en ella ven el pretexto para comer y beber hasta hartarse, y algunos incluso hasta para disfrazarse. Otros dirán que la religiosidad popular es así, y no les falta razón. Lo que ocurre es que hemos llegado al punto en el que en el concepto de religiosidad popular, el elemento religioso se ha evaporado casi por completo. Y lo hará totalmente, dentro de no mucho tiempo, cuando las nuevas generaciones, educadas en la ignorancia más absoluta de su tradición religiosa, vean las figuras mostradas en las procesiones como una serie de muñecos sin significación alguna, más allá de sus cualidades meramente estéticas.
La culpa desde luego, no va a ser únicamente de los apóstoles del laicismo. La jerarquía eclesiástica española tiene mucho sobre qué responder. Incapaz de contestar a multitud de problemas que se abaten sobre el español de a pie y sumida en la ambigüedad moral más absoluta. Y si no, que se lo pregunten, por ejemplo, a los obispos de Córdoba y Jaén y su actitud ante la conducta delictiva de algunos clérigos de sus diócesis.
Y mientras tanto, el Islam avanza silenciosamente... Amenazando tanto nuestra identidad como la libertad y seguridad colectivas. Si Dios no lo remedia, vayan preparando el turbante señores.
Antonio Brea es Licenciado en Geografía e Historia y Profesor de Enseñanza Secundaria

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