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A PROPÓSITO DE FUTURISMO Y FASCISMO (Javier Compás)

A PROPÓSITO DE FUTURISMO Y FASCISMO (Javier Compás) A PROPOSITO DE FUTURISMO Y FASCISMO

En 1907 Pablo Picasso pinta Las Señoritas de Aviñón, considerada punto de partida del cubismo. Su descomposición de la realidad, reduciéndola a sus formas geometrizadas, ofrece una nueva visión de la pintura, se rompe el objetivismo tradicional y se intenta representar la tridimensionalidad sin acudir a la perspectiva, aquello que quitaba el sueño a los pintores del Renacimiento italiano y que culminó genialmente el español Velázquez en sus Meninas, proporcionándonos la sensación del “aire interpuesto”, queda superado, precisamente por no poder superarse.
Lógicamente, el punto al que llega Picasso, es un proceso que viene de atrás; la “descomposición” de la pintura academicista del siglo XIX, con todos los antecedentes históricos que queramos citar: desde el propio Velázquez hasta Goya, se culmina con los impresionistas, los post – impresionistas, principalmente Van Gogh y Cezanne y estalla en las diversas vanguardias, los “ismos”, que llenarán la primera mitad del siglo XX de propuestas innovadoras en las artes plásticas e, incluso, en literatura, música y el naciente cinematógrafo (expresionismo alemán, surrealismo).
Así los años posteriores al Cubismo, son fecundos en grupos y tendencias, entre ellas nace en Italia el Futurismo, cuyo “padre espiritual” es el poeta Filippo Tommaso Marinetti, que en 1909 publica un manifiesto violento y rompedor, incendiario, amante de la velocidad y del dinamismo del mundo moderno.
Los creadores plásticos futuristas intentarán mostrar simultáneamente diversos momentos del movimiento, “cada objeto se revela por las líneas, dice Marinetti, como se resolvería siguiendo la tendencia de sus fuerzas”, son esas “líneas – fuerzas” las que el artista debe descubrir y mostrar en sus obras.
Giacomo Balla, Humberto Boccioni, Carlo Carrá, Gino Severino, serán algunos de sus representantes más significativos e influirán en otros países y artistas, como en Marcel Duchamp que elaboró su famoso Desnudo bajando una escalera bajo la influencia del cubismo (descomposición geométrica de la figura) y la “simultaneidad” del Futurismo, como él mismo declaró: “representar las diversas posiciones estáticas de un cuerpo en movimiento”, Duchamp, junto con Picabia, creó posteriormente el movimiento Dadaísta.
La pasión por lo moderno, la velocidad, el mundo urbano, los coches, trenes, aviones, un estilo de vida audaz, violento incluso, consideraban la guerra la mejor “higiene para el mundo” (Boccioni moriría en la 1ª Guerra Mundial, al igual que el arquitecto futurista Antonio Sant’Elia). Fue más un estilo de vida que un mero movimiento artístico o literario.
El movimiento tuvo su eco en España (ver el artículo del profesor Francisco D. de Otazú en el nº 73 de la revista Arbil). Marinetti publicó el Manifiesto Futurista en Le Figaro el 20 de febrero de 1909, Ramón Gómez de la Serna publica su traducción en la revista Prometeo en abril del mismo año.
Pero probablemente su mayor representante en España sea Ernesto Giménez Caballero.
El mismo Marinetti viajó por España con su mujer, ejerciendo como embajador cultural del Fascismo italiano, pronunció una conferencia sobre el Futurismo en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Junto a Giménez Caballero, también Ramiro Ledesma, uno de los fundadores del nacional – sindicalismo español, adoptará influencias futuristas, sobre todo para introducir las vanguardias en España y, como en Italia, intentar destruir los cimientos de un decadente estado capitalista – liberal.
La influencia futurista también será patente en Rusia, especialmente a través de Mikhail Larionov y Natalia Gontcharova.
Paradójicamente, las vanguardias que se adhirieron a movimientos políticos revolucionarios, tanto desde el lado marxista como desde el fascista, fueron después marginadas por los estados donde estos movimientos llegaron al poder, principalmente en la Unión Soviética y en la Alemania nazi, los nuevos gobiernos totalitarios se decantaron por un arte figurativo realista y proscribieron a las vanguardias artísticas como “arte degenerado”.
El estado nacido del 18 de Julio en España se decantó igualmente por formas artísticas tradicionales, arrinconando, igual que hizo políticamente, el empuje revolucionario y rompedor de las vanguardias que se adhirieron a una transformación radical de la sociedad basada en un nacional – sindicalismo trasgresor del liberalismo burgués que consideraban injusto, caduco y corrompido. El jonsismo de Ledesma Ramos e incluso el falangismo más radical, no se reflejaron en la España del general Franco, que se decantó hacia los valores de la derecha tradicional.

Javier Compás es Licenciado en Historia.

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