Y AL SUR LA VERGÜENZA DE GIBRALTAR (Carlos León Roch)

Tres siglos en que monarquías de varias dinastías, repúblicas de diferentes signos, dictaduras militares o del proletariado, organizaciones nacionales o internacionales, acuerdos de la ONU, gentes de derechas y de izquierdas, paisanos y militares, por las buenas o por las malas, con bombardeos, con cercos , con todo España no ha podido recuperar lo que le fue arrebatado con traición, y que a lo largo de estos siglos ha ido ampliando con engaños y abuso de su poderío.
Pero si la Historia inamovible-es esa, y nadie puede asegurar el éxito o la victoria en cualquier clase de enfrentamiento, lo que en esta hora del siglo XXI resulta desolador es el silencio, la sumisión y el conformismo con los que nuestra sociedad, nuestros gobiernos y nuestro Estado asumen una de las más humillantes y anacrónicas situaciones de la convivencia internacional.
La sumisión y la vergüenza de Gibraltar, en el velado silencio que ahora le rodea, es señalado brillantemente por Luis Delgado en su emotivo libro "Operación 2001,Gibraltar Español" cuando cita a Francois Mitterand, el presidente francés, que en 1.992 reconocía " que es un tema que, por simple pudor, se evita en cualquier reunión de la Comunidad Europea".
Ese pudor, esa mirada desviada, ese silencio cómplice, no solo afecta ya a las naciones vecinas y amigas de Europa y del Reino Unido, a los Comités de Descolonización de la ONU, a los conmilitones de la OTAN sino que ha contagiado a muchos de nuestros políticos. El tono "bajito" de protesta ante la prepotente y reiterada presencia de buques de guerra de peligrosa dotación nuclear, las visitas de la poco ejemplarizante familia real inglesa o de los ministros del gobierno de su graciosa majestad, solo pretende cumplir un mero acto de protocolo diplomático, sin molestar demasiado. Las propias migajas que el contrabando, el blanqueo de dinero y la empresas de dudosa actividad dejan en algunos colectivos de españolitos en el ámbito colonial (porteadores, pacotilleros ) permiten a políticos locales o autonómicos reclamar al gobierno de la nación "más tacto y suavidad" en el trato con los llanitos
La humillación y la vergüenza avanzan.
Los que de niños soñábamos con nuestros valientes soldados asaltando las escarpadas laderas mientras poderosos buques de la Flota bloqueaban y bombardeaban sin cesar el puerto, y nuestras escuadrillas atacaban el usurpado aeropuerto, sabemos que una acción militar es inimaginable, por múltiples motivos salvo precisamente en estúpida paradoja- para defender la inicua bandera de la Jack Union ante un hipotético ataque de un tercer país, obligados por nuestra humillada adhesión a la OTAN , con un socio que te coloniza.
Pero frente a nuevas "trampas saduceas" como la de la inadmisible soberanía compartida, la integración europea permite una salida airosa, imaginativa, brillante, con perspectivas de un futuro prometedor que satisfaga a británicos, españoles llanitos y a europeos en general.
Se propone que el Reino Unido renuncie a la soberanía en Gibraltar, que España renuncie asimismo a recuperar la usurpada colonia, y que los gibraltareños renuncien tanto a su condición de súbditos británicos como a la aspiración de autogobierno o independencia. Todos renunciarían en favor de la Unión Europea, que dispondría así de un territorio de titularidad propiamente europea, de soberanía total. Un territorio propio, infante de una naciente e ilusionada unidad política europea, con unos 30.000 habitantes (los "llanitos") de nacionalidad estrictamente europea. Y su posible capital.
Una propuesta sugerente para resolver tres siglos de desidia y humillación.
Y en lo alto del Peñón una bandera de todos.
Azul.
Carlos León Roch es médico.
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