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LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS (José Mª García de Tuñón)

LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS (José Mª García de Tuñón) Se ha cumplido este mes el 70 aniversario de lo que conocemos como Revolución de Octubre del 34 o, simplemente, Revolución de Asturias porque fue en esta región donde la insurrección llegó a triunfar en sus primeros momentos dejando centenares de muertos en su suelo y una ciudad, Oviedo, totalmente devastada.

Dice la propaganda socialista (aún siguen con la misma mentira)que esta revolución fue debido a la entrada en el Gobierno, que dirigía Alejandro Lerroux, de tres miembros del partido de la CEDA que lideraba el dirigente derechista José Mª Gil Robles. Sin embargo esta patraña no se la cree cualquier persona con dos dedos de frente. Un revolución como aquella no se proyecta de la noche al día, se necesitan muchos meses de preparación: comprar armas, pertrechar a la gente, etc. Un sindicalista, miembro de la dirección nacional de UGT, Amaro del Rosal, dice que aunque invocaron aquella disculpa les hubiera valido lo mismo otra excusa o justificación porque la decisión de desencadenar la revolución ya estaba tomada desde mucho antes: «En el trabajo organizativo se llevaba más de ocho mes cuando estalló el movimiento. En los cuadros de organización estaban involucrados cientos de elementos pertenecientes a la UGT, al PSOE, a las Juventudes socialistas...».

Dice también esa misma propaganda que la revolución era en defensa de los trabajadores y en contra de la burguesía: «El día cinco del mes en curso comenzó la insurrección gloriosa del proletario contra la burguesía...», pero resulta que a lo único que se dedicaron fue a asesinar a religiosos y seminaristas hasta alcanzar el número, en Asturias, de 33 más uno desaparecido. Por otro lado, a pesar de lo que nos dice el catedrático David Ruiz de que fueron víctimas de los revolucionarios «directivos de empresa», el caso es que no hubo ni uno, salvo que considere como tal a un ingeniero-director, que no por eso deja de ser un empleado más de la empresa. Sí asesinaron a un modesto trabajador llamado César Gómez, vecino del pueblo minero de Turón, que para sacar a su extensa prole adelante tenía que vender periódicos por la calle fuera de las horas de su trabajo como modesto empleado.

Tampoco se sabe nada de esas grandes fábricas o comercios que había que incendiar al ser propiedad de esos capitalistas a los que había que exterminar. Pero sí se sabe de un modesto autónomo propietario de una no menos modesta peluquería que puso el siguiente anuncio en un periódico de Oviedo: «José Escotet, peluquero, pone en conocimiento de su distinguida clientela y amigos que por causa de los sucesos revolucionarios ha sido incendiado su establecimiento». También sabemos del incendio que sufrió la Universidad de Oviedo que trajo consigo la pérdida irreparable de su biblioteca de unos 55.000 libros, «cifra que hacía de la Universidad ovetense uno de los establecimientos mejor dotados bibliográficamente del país». Y de otras bibliotecas como la del Seminario y la de los PP. Dominicos de Oviedo.

Ya dejamos para el final la voladura de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, construida en el siglo IX por Alfonso llamado el Casto para guardar en ella el arca de madera de cedro, cubierta con placas de plata sobredorada que contenía las reliquias que los cristianos habían traído de Jerusalén. Asimismo se guardaba la Cruz de los Angeles, extraordinaria obra de orfebrería, símbolo de la ciudad de Oviedo.

Pus bien, a pesar de toda esta barbarie, setenta años después los herederos de aquellos que en Asturias arrasaron con casi todo, siguen recordando la nefasta fecha con actos programados por «organizaciones políticas y culturales». Bien, esto de «culturales», después de lo que hemos visto, me parece un sarcasmo y una tomadura de pelo a la inteligencia. Allá ellos. Siguen siendo los grandes manipuladores de siempre.


José Mª García de Tuñón es historiador

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