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EL GLAMOUR ROJO (Jon de Cravatti)

EL GLAMOUR ROJO (Jon de Cravatti) EL GLAMOUR ROJO

Negar el glamour por razones ideológicas es una actitud ridícula en un país en el que la moda es un sector puntero. Todas las corrientes, incluidas las minoritarias, tienen su parte alícuota de glamour.
Casi agotados los 80, en FE-JONS el glamour lo ponía Viruca de la Fuente a la que por entonces dedicó algún libro Eduardo López Pascual. Antes de que la echaran por mangante, Pilar Rahola ponía su toque de esnobismo en el nacionalismo catalán aldeano. En parecidos términos, nadie negará que este papel lo ocupa Agatha Ruíz de la Prada en Los Verdes.
Huida desde hace tiempo Ana Belén, a calculada distancia Aitana Sánchez-Gijón e imposible Pilar Bardem, la pizca a lo Donna Kara se lo pone Ángeles Maestro a Izquierda Unida.
Por supuesto, la burguesía pene-uvista se arrima a Versace con la distraída naturalidad de quien siempre lo encontró en el fondo de armario de mamá. Acaso, institucionalmente Idoia López suelte algún destellazo de estilo a lo Armani desde el seno del gobierno secesionista vasco.
En el Castillo de Perelada, las clases dirigentes del PP catalán y de Convergencia i Unió rivalizan con sus galas sentadas segregadamente a diestra y siniestra del exclusivo lugar y se escrutan sin misericordia pasando olímpicamente del espectáculo de turno.
Hasta entre los asesinos cercanos hay clases y si no, recuerden la rotundidad de “la tigresa” bajándose esposada del avión camino de la Audiencia Nacional y compárenla con el último cabrón que mató mujer e hijos en un inconsciente alegato a favor de la pena de muerte sumarísima. El tipo llevaba calcetines blancos.
Así pues, las fotos publicadas por Vogue y Marie Claire con las ministras socialistas encantadas de haberse conocido, debería pasar sin pena ni gloria. Con halo de indiferencia. Claro está que después de décadas llamando pijo al conservantismo femenino uniformado de rubio platino, sol marbellí y gotitas de Dior, bueno está que prueben alguna dosis de la inquina que destila el movimiento antiglamour que ellas mismas amamantaron con el “agit prop”.
Jon de Cravatti es escritor.

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