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GIBRALTAR Y LA JUNTA DE ANDALUCÍA (Miguel Ángel Loma)

GIBRALTAR Y LA JUNTA DE ANDALUCÍA (Miguel Ángel Loma) Gibraltar y la Junta de Andalucía
Hace ahora justo un año, Alfonso Perales, entonces Consejero de Gobernación de la Junta de Andalucía, publicaba en las páginas de ABC de Sevilla un artículo titulado «Gibraltar y Andalucía», en el que ponía a parir al Gobierno del PP por la supuesta dureza de la política seguida hasta ese momento respecto a Gibraltar. Recriminaba Perales a los populares y desde una clarividencia «brujalolística» auguraba mejores tiempos para nuestras relaciones con los hijos de la Roca, si el gobierno de España tomaba como modelo otro tipo de política: «una política de proximidad y buena vecindad similar a la realizada por la Junta de Andalucía en los últimos años». Y concluía diciendo que «Los gibraltareños necesitan guiños que posibiliten un acercamiento real..., que animen a los habitantes de la Roca a sentirse cada vez más cerca de quienes estamos al otro lado de la verja».
Al hilo de aquel artículo escribí un pequeño comentario (publicado también en ABC como Carta al Director) donde preguntaba cuáles eran los frutos que Andalucía había obtenido de esa política de guiños y buena vecindad que invocaba el Sr. Perales, porque me parecía que tal actitud sólo había servido para el exclusivo beneficio de los oscuros negocios gibraltareños que, además de encastillarse en sus privilegiadas posiciones, habían aprovechado para aparcarnos un submarino atómico averiado en nuestras aguas. También preguntaba si formaría parte de esa política de guiños los anuncios que emitía Canal Sur TV fomentando el turismo a Gibraltar.
Hace ahora justo un año de aquello, pero hay que ver cómo han cambiado las cosas, y qué visión de futuro tenía don Alfonso Perales. En efecto, ya percibimos los frutos de la política de buen rollito sembrada por la Junta de Andalucía en Gibraltar; ya no nos traen como antaño el infatigable submarino averiado invocando urgentes reparaciones, sino que simplemente nos lo acercan como gesto de buena vecindad para que observemos las maravillas de su técnica, mientras los miembros de su tripulación se solazan alborozados por la Costa del Sol. Es lo que tiene la política de guiños: que después de tanto guiño y tanto guiño, uno acaba cogiéndole gustito a la cosa y al final hasta se agradece sentir el dulce aliento de Peter Caruana en nuestras nucas (por no referirme a otro contacto, algo más tropical, al que me conduce directamente la consonancia de su apellido).

Miguel Ángel Loma es abogado.

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