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UN COMPROMISO ROTO (Manuel Parra Celaya)

UN COMPROMISO ROTO (Manuel Parra Celaya) La retirada de España del Sahara Occidental, cuando Franco agonizaba y quien más quien menos estaba iniciando su camino de Damasco, presentó aspectos muy turbios y vergonzantes que no es el momento de traer a colación, pero sobre los que habrá que insistir por aquello de la “memoria histórica”; lo cierto es que, a raíz de aquello, pareció crearse una especie de deuda histórica por parte de quienes creían en las grandes afirmaciones como el sentido del honor y de la dignidad colectivas. Se olvidaron incluso los agravios que el Frente Polisario había cometido contra España, pues flotaba en el inconsciente colectivo la idea de que el Estado español había cometido un agravio mayor con su retirada ante la Marcha Verde (presidida, no se olvide, por una gigantesca bandera de los Estado Unidos de América).

Pesaba especialmente en el ánimo la imagen de las mujeres y niños del Frente Polisario malviviendo en la hamada argelina mientras duraba la guerra, situación que no ha variado excesivamente desde que se firmó el armisticio y se fue abriendo paso la propuesta del Plan Baker, mientras, paralelamente, Marruecos lanzaba su población para “colonizar” amplias zonas del antiguo Sahara español.

Daba la impresión de que España lo tenía claro en su defensa de los saharauis, tanto por razones históricas y altruistas (el derecho de aquella población a constituirse en Estado) como por razones estratégicas y propias (la protección de Canarias). La sociedad civil española estaba en consonancia con los planteamientos estatales, y, así, surgían asociaciones de apoyo al pueblo saharaui, tanto desde las perspectivas humanitarias de las ONG como desde los resortes de la izquierda, con ecos de aquella “liberación” que antaño era bandera “progresista”. Incluso desde ámbitos juveniles escolares se protagonizaban envíos de material escolar a aquellas escuelas que enseñaban en español y estaban afincadas en jaimas; recientemente, nos llegó la iniciativa de la Organización Juvenil Española (OJE) con su “Operación ladrillo a ladrillo”, también dirigido a la infancia y a la juventud saharaui, y que parece seguir su trayectoria de compromiso y servicio.

Todo ello chocó brutalmente –como tantas otras cosas- con el atentado terrorista de Madrid. En los acontecimientos siguientes, saltó por los aires el muro diplomático que mantenía –maquiavélicamente- sujetos los intereses de Francia y de Maruecos; en la ¿carambola? se pronosticaba que saldrían perdiendo los saharauis. Y así ha sido. Los aplausos de los parlamentarios marroquíes al Rey de España tras sus palabras, aparentemente inocuas, sobre el tema, así lo demuestran.

Me temo que ya nadie va a preocuparse de una pequeña población, como es la saharaui, que va a ser deglutida, si Dios no lo remedia, por el imperialismo marroquí. Pasará a la historia oculta, ésa que no figura en los textos que van a estudiar (es un decir) nuestros escolares. De momento, la izquierda española ha cometido una gran traición, mostrando la distancia que va de la demagogia a la democracia. La derecha posiblemente se desentenderá del problema, pues tendrá suficientes puntos calientes en su supuesta oposición, y el tema saharaui “no vende”, no es popular. A escala internacional, nadie resultará valedor del éxodo de un pueblo que no es el “elegido”; todo lo más, algún “observador” de circunstancias se limitará a certificar la desaparición del República Sahauri, si es que alguna vez la han tenido en cuenta.

Los niños del desierto –y esto no es demagogia- dejarán de estudiar en español, y, lo que es peor, no podrán dejar de desdeñar a una España que los ha abandonado. Es mucho pedir que ellos y sus mayores sepan distinguir entre la “España real” y la “España oficial”…

Manuel Parra Celaya es Profesor de Enseñanza Secundaria

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