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DE LA VISITA DE LOS REYES A MARRUECOS (José María García de Tuñón)

DE LA VISITA DE LOS REYES A MARRUECOS (José María García de Tuñón) Recientemente todos los medios de comunicación nos han informado minuciosamente, de forma triunfalista y exagerada, todos los pormenores que produjo la reciente visita de nuestros monarcas al reino de Mohamed VI: «Bereberes dieron la bienvenida a los Monarcas españoles.».«Un colorista recibimiento».«Toda la familia real marroquí dio la bienvenida a sus huéspedes». «El Rey bebe leche de camella en el palacio real marroquí». Son algunos de los titulares que todos hemos podido leer con motivo de la real visita. Incluso frases tan cursis como la siguiente: «Los surfistas de Tarifa huelen el aroma de las especias y oyen las voces de los almuédanos que llaman a la oración. Y es que el sol sale por Mahoma».

Al segundo día de la visita de nuestros Monarcas, Don Juan Carlos acudió a Rabat para comparecer ante el Parlamento marroquí, donde estaban congregados los representantes de las dos Cámaras. La llegada a la capital de Marruecos se producía tras lógicas especulaciones sobre la cancelación de la visita a Tetuán –capital que fue del antiguo Protectorado de España en Marruecos–, con el consiguiente disgusto, digo yo, de mi pariente Alberto Aza nacido en aquella ciudad en 1937. En el esperado discurso de nuestro Rey señaló haber visto en Marruecos los «avances de las libertades democráticas, de las que hay muestras notables». Afirmación que no encaja después de que se conocen los informes proporcionados por entidades internacionales en sentido contrario. Llamó asimismo la atención la referencia de Don Juan Carlos a la «alianza de civilizaciones», propuesta formulada bastante recientemente por José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero una vez dicho esto de manera escueta, quiero recordar que no he leído ni una sola línea del viaje que fue aplazado “sine die” en octubre de 1978 porque según nuestro Rey: «España no transigirá jamás en nada que pueda atentar a nuestra integridad territorial»; después de que el ministro de Asuntos Exteriores marroquí reivindicara los derechos de soberanía de Marruecos sobre las españolísimas ciudades Ceuta y Melilla. Este deseo sigue presente en el país vecino, aunque en estos momentos se encuentre en estado latente. La cínica actitud que aquel año tuvo el ministro marroquí, señor Bucceta, que al mismo tiempo que reivindicaba Ceuta y Melilla en Estados Unidos –haciendo de caja de resonancia de Hasan II–, aseguraba a la prensa española que «las relaciones de Marruecos con España son excelentes». Pues bien, después de tantos años la cínica actitud sigue en vigor porque la dinastía alauita, a través de algún miembro de su gobierno, siempre ha dicho que «la solución del contencioso será por vía negociada», pero estas palabras no son de fiar, y el que no lo quiera ver es que es ciego o mira para otra parte. Véase, en menor escala, y como prueba, el caso del islote Perejil.

José María García de Tuñón es historiador

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