NO ME BASTA (Manuel Parra Celaya)
![NO ME BASTA (Manuel Parra Celaya)](https://lanoticiadigital.blogia.com/upload/pradabasta.jpg)
Si patria significa etimológicamente la tierra de los padres, yo le añado el valor, todavía mayor, de herencia para los hijos. Y aquí estoy más cerca del gran don Miguel de Unamuno, cuando decía que España, más que nuestra madre, debía ser entendida como nuestra hija.
Y ello en dos sentidos: hija en el sentido de que debemos hacerla día a día, sin conformarnos con lo que nos ha sido dado o establecido; hija, también, en el sentido de patrimonio que no se puede moralmente dilapidar porque una determinada generación como la actual, dicho sea sin señalar- sienta ganas de echarlo todo por la borda o le importe una higa cualquier asunto que no sea su puñetero bienestar.
Una patria es como una fundación en la Historia; fue constituida en un momento dado y existe la obligación de transmitirla acrecentada, no disminuida; sus fundadores patronos- formalizaron esa fundación de cara al futuro, mediante un proyecto. Cada generación debe actualizar el proyecto, esto es, hacerlo acto, no mera potencia, en términos aristotélicos, y no dormirse sobre los laureles, viviendo de las rentas del pasado, ni rompiendo, en un momento de locura, el acuerdo fundacional. Sí que puede y debe- incluir su proyecto en otro proyecto más amplio (universalización), pero no trocear la herencia recibida como si se tratara de un roscón de fiestas.
La exigencia, por tanto es doble: de cara al pasado, no tergiversar la fundación, arte en que son duchos los nacionalismos de cepa más o menos racial o lingüística; de cara al futuro, procurar que los hijos, las generaciones venideras, la reciban en su integridad (unidad) o acrecentada espiritual y materialmente por su incorporación a una tarea más ambiciosa (proyección).
¿Y de cara al presente? Hacer frente, con plena conciencia, a quienes se permiten el lujo frívolo de dilapidar la herencia patrimonial. Siempre he dicho al respecto que tan responsables son quienes actúan como separatistas o separadores como quienes se encogen de brazos y les trae al fresco la maniobra política de fragmentar una bella construcción histórica.
Hoy es más necesario que nunca institucionalizar y popularizar una patriotismo, es decir, una identificación con el proyecto llamado España; y no hablo de populismo o de patrioterismos, que no son más que sucedáneos. Un patriotismo anclado en la sociedad, no en la política. Un patriotismo auténticamente social, exigente y transformador de lo caduco.
Cambiarán las Constituciones, los regímenes y los gobiernos. Permanecerá la Patria, quizás integrada, junto a otras Patrias, en una Patria mayor. Pero nunca disminuida, amputada, sólo por exigencias de un neocaciquismo ambicioso o por cobardía de una sociedad política vacua.
Dicho y rubricado en esta Cataluña del asombro y de la dispersión.
Manuel Parra Celaya es Profesor de Enseñanza Secundaria
0 comentarios