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NUEVO MESTIZAJE (Manuel Parra Celaya)

NUEVO MESTIZAJE (Manuel Parra Celaya) Por si no lo sabes, querido lector, el que suscribe es profesor de Lengua y Literatura española en Barcelona, lo que ya es mucho. Como todos mis colegas, estos primeros días de curso he de aguantar el típico comentario de amigos y conocidos que no son de la profesión:

“¿Qué tal ese comienzo? ¿Muy duro? ¿Qué tal los alumnos este año? ¡Claro, con tantas vacaciones…!”

Por corrección, suelo contestar rutinariamente, especialmente a la última parte del tópico. Pero este año casi respondo con entusiasmo. El motivo es que me ha encantado un curso de 2º de la ESO. que me ha tocado en suerte: como cada año, voy haciendo leer a todos, y he detectado diferentes acentos que me maravillaron. Resulta que, entre mis alumnos, hay dos chiquitas colombianas, una hondureña, un chico argentino, una alumna brasileña, otra mejicana… y un alumno moldavo, que, por cierto, habla estupendamente el español.

Pensé que d. Jordi Pujol estaría muy enojado, y no sólo él –que tuvo un momento de incontinencia verbal- sino otros muchos que se controlan, y en cuyos subconscientes gravitan las teorías racistas-lingüísticas de Valentí Almirall, Bartolomé Robert, Mosén Griera y otros tantos adelantados del separatismo catalán: se augura un nuevo mestizaje.

En el desarrollo de la clase, tuve que explicar una expresión del texto de García Márquez propuesto: “iglesia de estilo colonial”, y confieso que me explayé a gusto poniendo en común la tarea de nuestros antepasados y, por supuesto, los de mis alumnos (excepto el moldavo, claro está, aspirante también a hispano el día de mañana); no llegué a hablar de la Malinche y de Hernán porque sonó el timbre…

Necesitamos sangres nuevas y mentes nuevas, abiertas; necesitamos jóvenes que nos den maravillosos nietos mestizos, con esos valores que nuestros ancestros llevaron allá en sus macutos y que nosotros, sus descendientes, hemos olvidado por cretinos y comodones, en medio de una sociedad decadente, materialista y de pensamiento único y débil. Y esos jóvenes, ahora niños de momento, los tengo ante mí, en los pupitres de la ESO, sometidos a varias influencias pero con capacidad de pensar, ésa que no tenemos los pobres occidentales.

No se trata, no, de una versión apasionada e hispánica del “mito del buen salvaje”. Es una reafirmación actualizada del sentido histórico de España, que solamente se escribe con valor de universalidad. Que sigan los demás con sus disputas de genes y de “culturas”: la nuestra, la española, fue y será mestiza, y ahí esta nuestro mayor tiempo de gloria. Un día lejano comunicamos a unos indios que, ante Dios, era iguales a nosotros, y, ante doña Isabel, eran súbditos y no siervos; ahora, nuestros descendientes comunes vienen a recordarnos el mensaje, y tengo la suerte de tenerlos sentados en mi aula.


Manuel Parra Celaya es Doctor en Pedagogía y Profesor de Enseñanza Secundaria

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