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RETIRARNOS DE NOSOTROS MISMOS (Manuel Parra Celaya)

RETIRARNOS DE NOSOTROS MISMOS (Manuel Parra Celaya) RETIRARNOS DE NOSOTROS MISMOS
Las tropas españolas se retiran de Irak por decisión del Presidente del Gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero. Santo y bueno. Es su decisión y parece que fue la opinión de una parte de la sociedad española que abolló sus baterías de cocina de modo frenético antes de darle su voto. ¿Qué hará el Gobierno si la ONU se muestra, en adelante, intervencionista? ¿Emular a Felipe González, que envió la “Santa María” al Golfo y consintió en el abastecimiento de bombarderos estadounidenses en espacio aéreo español? Todo está por ver, de forma que nos ahorraremos la profecía.
Algunos votantes socialistas del 14-M se han sentido mal, y no me lo explico: más rápidamente, imposible; Zapatero-correcaminos; bip-bip, ahora que el coyote-Aznar se ha alejado… ¿Cómo se van a sentir otros votantes zapateristas –y no digamos los del PP y los que no votamos a nadie- si nos seguimos retirando de otros lugares en el futuro, por presiones que puedan ejercer terroristas o servicios secretos de terceros?
¿Alguien se ha planeado si el Gobierno y las cacerolas optarán por futuras retiradas de presuntos Perejiles? ¿O de Ceuta y Melilla, que es lo que vendría después? Y no sigo con la lista de retiradas que se me ocurren, porque aún no han cambiado la Constitución para dar facilidades a los aliados-acreedores del PSOE…
Lo malo no es que un Gobierno determinado marque una determinada política internacional. Está en su derecho, aunque luego paguemos las consecuencias todos los españoles, ya no en atentados pero sí en sonrisas burlonas. Tampoco es lo peor, si me apuran, que, tras dejar la alianza del Imperio Yanqui, adoptemos la sumisión tradicional de nuestros “progres” a la “Grandeur” vecina.
Tampoco es malo por sistema que un Gobierno determinado marque un rumbo distinto en política educativa; como en el chiste de Lourdes, nos habíamos acostumbrado (“¡Virgencita, que me quede como estoy!”) a la mediocridad, a la incultura y al fracaso escolar, y al camino apresurado hacia eso que los especialistas empiezan a llamar “sociedad juvenil enferma”.
Quizás no sea malo que las previsiones de planes hidrológicos se hayan convertido en anatemas y, si Dios no lo remedia, media España siga sedienta, rodeada, eso sí, de dignidades democráticas. Y no sé si será malo –pero puede serlo- revisar una política de lucha contra el terrorismo interno y contra sus aliados.
Lo peor va a ser que vamos a iniciar una retirada de nosotros mismos, de nuestra conciencia de ser y de sentirnos españoles.
Ojalá me equivoque.

Manuel Parra Celaya es Doctor en Pedagogía y Profesor de Enseñanza Secundaria.

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