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GLOBALIZACIÓN EN LA ESTUPIDEZ (Antonio Brea)

GLOBALIZACIÓN EN LA ESTUPIDEZ (Antonio Brea) Uno de los reclamos publicitarios más llamativos que podemos observar al pasear estos días por cualquier ciudad de España es un anuncio de una conocida marca de bebidas alcohólicas que es un auténtico culto al esperpento. Bajo un rótulo que en inglés dice “Sé tú mismo”, en un juego de palabras bastante poco imaginativo y relacionado con el nombre de la marca, podemos observar a una pareja que camina de perfil por un irreal y colorado escenario, Él, perfecto prototipo del metrosexual de moda, dirige una mirada bovina hacia el infinito, mientras que ella, con su apariencia de golfa de discoteca, gira su cabeza con descaro hacia el observador.
Un anuncio, en resumen, que podríamos ver en cualquier lugar de este caduco mundo occidental, cobrando siempre el mismo significado. Culto al cuerpo, a la imagen sin contenido, a la vida fácil y a la inversión de roles sexuales. Así nos lo presentan sus protagonistas, modelos de lo que se supone deben ser el hombre y la mujer modernos. Hombres afeminados, independientemente de sus gustos eróticos, y mujeres agresivas y sexualmente hiperactivas. En definitiva, arquetipos humanos incapaces de construir una sociedad sana. Eso sí, perfectamente homologables en Madrid, Berlín, Londres o Estocolmo. La globalización de las conciencias funciona a todo gas. La publicidad y los medios de comunicación son los sofisticados instrumentos de un plan que nos quiere reducir a máquinas consumistas, desprovistas de toda proyección espiritual.
En los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial, las cabezas más lúcidas de Europa avisaron del horror materialista al que podía abocarnos el triunfo del comunismo en cuanto nueva invasión de los bárbaros. Setenta años más tarde ese horror ha triunfado. No han hecho falta quemas de iglesias, revueltas sangrientas ni el avance implacable de los tanques soviéticos. El capitalismo liberal, con métodos mucho más sutiles ha conseguido el objetivo. El europeo medio de hoy ha perdido su alma, convertido en una mera herramienta económica. ¿Serán capaces unas herramientas de defenderse del asalto de los desheredados de la tierra, inflamados por un fanatismo religioso oriental? He ahí la inquietante pregunta que se plantea cara al futuro inmediato.
Antonio Brea es Profesor de Enseñanza Secundaria

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