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¿HA TERMINADO LA GUERRA CIVIL? (Javier Compás)

¿HA TERMINADO LA GUERRA CIVIL? (Javier Compás) ¿HA TERMINADO LA GUERRA CIVIL?

Hace poco ví la película norteamericana Cold Mountain, basada en una novela del mismo nombre, y, tras verla, pensaba en como la literatura y el cine norteamericano no solo tratan por igual a los estadounidenses que habian luchado en un lado o en otro de su guerra civil, sino que incluso muchos de sus heroes de ficción han sido y son confederados, y no hablo de hoy día, cuando podriamos pensar que el largo tiempo transcurrido ha cicatrizado las heridas y convertido en un hecho de un pasado lejano el acontecimiento, es algo que sucedia en la misma postguerra, donde se encunbraban personajes como Jesse James en los folletines que sobre él y otros aventureros de la época se publicaban en el Este y desde los primeros tiempos del cine, muy dado a encumbrar a los caballeros del Sur y el romántico mundo de las grandes plantaciones.

Quizás la idiosincracia hispana sea más dada al rencor, a la venganza, que se yo, a todos esos sambenitos que arrastramos los pueblos latinos desde las tragedias griegas a las películas de la mafia italiana.

En mi penúltimo artículo para lanoticiadigital, y perdón por la autocita, hablaba precisamente, de como el rencor y la visceralidad estúpida y mutiladora de nuestra riqueza cultural, han ido sepultando en el olvido en los últimos años, bajo el paraguas de lo politicamente correcto que también le sale a nuestra izquierda con el consentimiento acomplejado de la derecha, a una serie de autores brillantes, fundamentales en la historia reciente de nuestra literatura; novelistas, articulistas, autores teatrales, ensayistas, en fin, una parte fundamental, imprescindible, del patrimonio cultural de España.

Entre estas víctimas del olvido interesado se encuentra Rafael García Serrano, novelista, escritor de periódicos (como diría Umbral), guionista de cine y algunas cosas más. Precisamente en sus novelas, García Serrano nos muestra como nadie la vida cotidiana de una ciudad de provincias, en su caso Pamplona, en una época trascendental para la historia reciente de España.

García Serrano nos muestra una juventud apasionada, vitalista, alegre, pero también comprometida con unos ideales, con unos principios sólidos y con una idea de España arraigada en sus corazones como la mejor para el desarrollo de España y de los españoles. Jovenes que regaron con su sangre los campos de España por defender esos ideales y esa patria en la que creian, igual que otros muchos que estaban en las trincheras de enfrente.

Pero eso no le vale a la izquierda, a los “demócratas” de toda la vida, a los politicamente correctos, a los que probablemente condenarán a los Tercios de Flandes por oprimir a los holandeses, a los conquistadores de América por masacrar a los indios, a los misioneros hispanos repartidos por todo el orbe por llevar la Palabra de Dios a otros pueblos.

Para ellos solo hay una verdad en nuestra guerra civil, un pueblo alegre y democrático que vio el glorioso presente de la gran república española cercenado por un grupo de militares aliados con los caciques y la Iglesia para seguir sometiendolos, fascistas asesinos aliados con nazis para exterminar el progreso y la libertad.

Así se escribe la historia, curiosamente en este caso no precisamente por los vencedores, sino por los derrotados. Vencidos que no han dado por cerrada la guerra, que siguen queriendo machacar la memoria de todo aquel que no compartia tan idílicas ideas.

Lamentablemente una y otra vez, se bombardea a una juventud que ya ni sabe quien era Franco, con el rencor y el odio a tantos y tantos compatriotas que no pensaban como ellos, claro que a estos eso de compatriotas les trae al fresco. Caminan a la desintegración de una patria en la que no creen con la complicidad de los que, gracias a su cobardía, complejos y mediocridad, no hacen nada por evitarlo, claro que a lo mejor, esta seudoderecha acomplejada en lo único que cree es en el neocapitalismo liberal globalizador donde sobra la palabra España (y el humanismo cristiano, por cierto).

Javier Compás es colaborador en diversas publicaciones

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