Blogia
La Noticia Digital

INQUISICIÓN (Manuel Parra Celaya)

INQUISICIÓN (Manuel Parra Celaya) INQUISICIÓN

Hoy no tengo el cuerpo para escribir sobre temas serios y trascendentes, abrumado por la acumulación de noticias y, sobre todo, por su utilización frívola como tema electoral: queremos construir Europa como el que va al fútbol... Así que dejo de lado el matrimonio o concubinato (esto nunca se sabe) entre socialistas y separatistas y también en la política internacional de España, que, al parecer, no lleva de ser "auxiliares del Imperio" a jenízaros de la vecina, dulce y puta Francia... todo un panorama.

Tampoco quiero ironizar sobre la "ocasión histórica" del Fórum de las Culturas de mi ciudad barcelonesa, al que están llevando, por imperativo legal, a escolares (tan hartos del curso que expira como sus profesores) para hacer subir las estadísticas de participación. Fíjense en mi estado de ánimo cuando ni me meto con la medalla de José Bono.

Mi idea inicial era dejar de lado la Sociedad Política para tratar temas que interesan a mi Sociedad Civil; ya sabemos que ambas presentan perfiles separados... hasta que la tentación totalitaria seduce a los jerifialtes. Esto les suele pasar a todos, pero, cuando se dicen de izquierdas, peor.

Es curioso que de las dos acepciones de la palabra "totalitarismo" los llamados demócratas siempre se inclinan por aplicar la peyorativa. Me explicaré, con permiso del sufrido lector.

"Totalitario" puede ser la tentación a "totalizar", esto es, a que el Estado sea de todos los ciudadanos, no de una clase social o de un partido. También, la tentación de que el Estado intervenga en todo, incluidas vidas y conciencias. A esta segunda acepción llamaba Ortega y Gasset "impropia", porque para él, liberal auténtico, el objetivo era la participación global y completa en las tareas de la res pública.

Pues bien, los tripartitos que nos rigen se inclinan peligrosamente por la primera acepción: la Sociedad Política invade el territorio de la Sociedad Civil, inmiscuyéndose en usos, costumbres, lenguaje, modas y decires. Ahí van dos ejemplos tomados de la prensa diaria: varios trabajadores del Hospital Clínico de Zaragoza han sufrido la intervención de la Policía por fumar en la cafetería del Centro, denunciados por un aprendiz de inquisidor de una asociación antitabaco; al parecer, se basa en una Ley Aragonesa de Prevención, Asistencia y Reinserción Social en materia de drogodependencia. En el mismo camino, la Generalidad catalana prepara varias medidas coactivas contra los fumadores, entre amenazas similares a las empleadas para imponer el catalán como lengua exclusiva.

En otro orden de cosas, siempre dentro de la línea totalitaria e inquisitorial, la Junta de Andalucía obliga por decreto, a través de su Boletín Oficial, a emplear la maldita barra con masculinos y femeninos: ciudadanos/as, andaluces/zas, niños/as... imbéciles/as; no sabemos los alcances de quienes decretan tamaña estupidez, pero nos los imaginamos... Desconocen el valor genérico o generalizador del supuesto masculino y prefieren el lenguaje "políticamente correcto" impuesto desde el Poder. Más o menos es una norma del mismo jaez que la que obliga, por lo menos en Cataluña, a designar a las antiguas Asociaciones de Padres de Alumnos (A.P.A.) como Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, con lo cual el resultante A.M.P.A., claro que sin "h", puede obligar a intervenir a algún grupo de "intocables" con Eliot Ness a la cabeza.

Francamente, las pulgas de la pelliza de Viriato empiezan a picarme por todo el cuerpo; estoy hasta el gorro de imposiciones cretinas en mi ámbito civil, ahora que me había acostumbra a imposiciones igualmente cretinas en el ámbito de lo político. Me empiezo a sentir chispero madrileño ante los Esquilaches nada ilustrados de nuestros días.

No es que amenace con echar mano de la faca (poco elegante y escasamente práctico), pero me propongo firmemente una desobediencia civil y pacífica, eso sí, plagada de ibéricos tacos, cada vez que una Autoridad o sus Agentes se propongan intervenir en mi vida civil, pacífica y sencilla.

De política hablaremos otro día.

Manuel Parra Celaya es Doctor en Pedagogía y Profesor de Enseñanza Secundaria.

0 comentarios