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PÉRDIDA DE AUDIENCIA (Manuel Parra Celaya)

PÉRDIDA DE AUDIENCIA (Manuel Parra Celaya) PERDIDA DE AUDIENCIA
Los periódicos se hacen eco semanalmente de la sistemática pérdida de audiencia del “Un, dos tres”, que, en esta ocasión había variado su “…responda otra vez” por un enérgico “…a leer esta vez”. La noticia me duele porque –lo confieso- soy un “fan” del programa y de su director, Chicho Ibáñez Serrador, a quien considero uno de los pocosgenios que quedan en televisión, quizás el único.
Por no faltar a una norma de vida, estoy a contracorriente y a favor de la creciente minoría que sigue el programa; me alegra coincidir con mis hijos en este gusto, señal inequívoca de que esta vez el discurso del educador (aunque sea el padre) no queda en sermón perdido. Lo cierto es que sigo encontrando ingenio al programa, chispa y profesionalidad en su presentador, acierto en las coreografías, gracia y “glamour” en las secretarias… Me gusta la línea de esta edición del programa, como me gustó en sus día la que presentaron Quico Legard y Don Cicuta, Mayra Gómez Kemp, Jordi Estadella, y no sé si me olvido de alguno.
¿Qué ocurre en esta ocasión para que el telespectador español elija otras cadenas y vote, inmisericorde, con su dedo sobre el mando a distancia, por “¿Dónde estás, corazón?”, que se lleva la mayoría parlamentaria de audiencia, y cosas así? ¿Tanto ha cambiado, para mal, el “Un, dos, tres”?
Mi diagnóstico es que lo que ha cambiado –cada vez más rápidamente- es la sociedad española de nuestros pecados. Chicho ha picado demasiado alto y, claro está, se ha equivocado: ¿a quién se le ocurre pretender que, semana a semana, el españolito de a pie lea un libro? ¡Un libro semanal! Vamos, que propongo tamaña osadía a mis alumnos y me declaran huelga indefinida, con aplauso de sus papás e intervención justificada de ese “Sindicato de Estudiantes” que organiza los “saraos” callejeros una o dos veces al año.
En esta sociedad española que se va a cargar la Ley de Calidad de la Enseñanza, no por sus limitaciones sino precisamente porque pretende una calidad en las aulas y proponer una “cultura del esfuerzo”, es totalmente absurdo pretender el dislate de que las masas se dediquen a leer “Miguel Strogoff”, “Drácula”, “Frankestein” o a Perico de los Palotes. Si un día Chicho propusiera el Quijote como tema de su programa, seguro que le anulaban el contrato o lo encerraban en un psiquiátrico, por lo menos.
Dicen las crónicas periodísticas que los segmentos de población que más fieles son al programa son los mayores de 64 años y los niños de entre 4 y 12; es decir, quienes no han seguido el plan de estudios de la “Reforma” de la LOGSE y los que aún no han ingresado en la ESO. No falla. La incultura institucionalizada abomina de cualquier asomo de inteligencia televisiva. Si queremos conseguir audiencia, nada mejor que proseguir con la telebasura habitual, con la presencia reiterada de macarras, cretinos y entretenidas de más o menos lujo, de bodrios infamantes; y, de vez en cuando, alguna guinda de “formación del espíritu democrático”, que nos eche un poco más de mierda sobre nuestro pasado. Por cierto, que no sé de ninguna estadística sobre el programa de Historia de España, pero para lo que va a durar con el nuevo gobierno y sus socios…
En la misma línea, añadiría otro motivo de la pérdida de audiencia del “Un, dos tres”, y es que pone en evidencia el espantoso nivel cultural de la sociedad que le va dando la espalda; a nadie le gusta que le llamen gilipollas públicamente… No puedo menos que sufrir una imparable vergüenza ajena cuando la pregunta a los sonrientes concursantes versa sobre Geografía de España o de Europa (y no del ente autonómico), de Historia o de Literatura. El pobre Luis Roderas debe echar mano de sus mejores recursos para no ironizar como se debe ante la incultura de tantos tontos del haba que han escrito para salir en la tele; me imagino lo que debe de sufrir el pobre…
Eso pasa por querer subir el listón cultural de un programa espectáculo, en lugar de dejarlo reducido a una serie de estupideces mediáticas al uso, con sal gorda en abundancia, caspa por todos los sitios y mediocridad a la que estamos tan acostumbrado.
Y todo ello sin contar con el zarpazo “políticamente correcto” que sufrió Chicho por la presencia de dos buenos actores que representaban a “Tati” y a “Quieti”. Esta hipócrita sociedad se la agarra con papel de fumar y guantes de boxeo; los actores en cuestión ya deben estar en las listas del paro, pero, eso sí, rodeados de la máxima dignidad democrática.
Apuesto porque siga “Un, dos, tres, a leer esta vez” en la programación, y que pueda permitirse el lujo de seleccionar mejor a concursantes que sepan afluentes del Tajo o personajes relacionados con la Guerra de la Independencia; y que Chicho siga promocionando la lectura semanal de un buen clásico. A lo mejor, en un “zapping” despistado, aunque sea por una sola noche, alguien se interesaba y dejaba de lado los chismes del corazón y de la bragueta. Sería una manera de promocionar la igualdad de oportunidades. A pesar de que pocos la aprovecharan, en un marco social que, cada día más, apuesta por la “igualdad”… siempre en línea descendente.

Manuel Parra Celaya es Doctor en Pedagogía y Profesor de Enseñanza Secundaria

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